3 de enero de 2011

El hombre del ponxo VII y por un muy feliz 2011!

Feliz 2011!!! tiruriruriiiiiiiiiiiiiiii

Cada vez que llega esta época me pasa lo mismo, recapitulo, hago examen de consciencia, resumen del año, mierdas y más mierdas de ser humano complejo y ególatra, como cantaba mecano “cinco minutos antes de la cuenta atrás hacemos el balance de lo bueno y malo”. Fue un año raro, un cambio de rumbo radical, me alejé de alguna gente, conocí a otra mucha, superé mi primera lesión seria, cambié de cuarto... Creo que si me salen las cosas bien en 2011, podré decir que fue el año en que realmente encaucé mi vida hacia algo positivo, y si me salen mal, podré darme de cabezazos en su mala estrella ¿Y de momento qué? Pues “de momento hay que seguir, que vamos a hacer sino” (esta frase ha de ser pronunciada con acento gallego, que pa algo somos los más supervivientes del mundo mundial).

Bueno una entreguita más del hombre del poncho

HOMBRE DEL PONCHO VII: María de la Ooooo

Una sartén endemoniada, rimbombante, arranca a los rancheros de sus respectivos sueños.

*M- ¡Jesús! ¡Arriba! ¡Sucios hijos de la chingada! Qué quien tiene fuelle pal bonche lo tiene para trabajar por la mañana- Grita María, sartén en alto y cuchara en armas. Su aspecto no muestra un llamativo enojo, pero, le gusta, le anima tomarse estas pequeñas justicias de vuelta.

Los forajidos se levantan hechos una piltrafa humana. María les tiene preparado el café, el humilde y poco variado desayuno, sobre la mesa. Pol siente su cabeza explotar y maldice a Quenting y a toda su estirpe con un ronco gruñido. Ron siente su panza arder como un horno crematorio, desea correr hacia las letrinas y vomitar hasta los higadillos o él que sabe qué más, sin embargo, ante la primera mirada retadora de su esposa, hace de tripas corazón y acude silencioso, sumiso a la mesa como el buen corderito arrepentido que es.

*M- ¿Cuál es el plan para hoy?
*P- Debemos deliberar acerca de un par de pistoleros a media tarde- responde Pol que es el único de los dos hermanos que parece aguantar con estoicismo su malestar.
*M- ¿Quién los recomienda?
*P- Quenting.
*M- ¿Es él el culpable de vuestro deplorable estado?
*P- ¿Quién sino?
*M- ¿Cómo está el viejo coyote?
*P- Tan viejo e ido como siempre.

La guapa mestiza gira de talones hacia un cesto. Se asoma a comprobar el estado del niño. Miky parece a gusto, dormidito con los mofletes colorados, ajeno al guirigay, al alboroto de su madre contra su padre. Aún es un suertudo inconsciente. María le hace una carantoña en el cachete y regresa ante su adlátere.

*M- Y a ti ¿Qué? Se te ha comido la lengua el gato- Ron levanta la aún algo sanguinolenta mirada de resaca y realiza acopio de dignidad.
*R- No, mujer, si acaso un coyote tocapelotas ¿Qué tal anda Miky?
*M- Pues como va andar. Perfectamente. Tan pasota y dormilón como su padre- María, cede al fin en la pose, se acerca a su marido y le planta un beso en la frente, acariciando de paso su creciente coronilla “¡Qué se le va hacer!” Se dice. Es mirarlo y se derrite, le guarda demasiado amor, incluso más de que en justicia se merece.

Ron sonríe como siempre suele sonreír cuando se queda en blanco, sus separadas paletas le dan un aire rebelde e infantil que ni su apurada treintena logra atenuar lo más mínimo.

*M- Entonces ¿Qué se le ofrece? Gringo del carajo- espete María, la patrona de aquella armería clandestina. Ron se ha quedado en la estrofa anterior, en la de los ojos caoba, resueltos de su interlocutora.
*R- que qué quiero, quiero un hombre capaz de acertar a 50 metros con este maldito revólver- se desbrocha el cinto y lo extiende, chulo, encima del mostrador- eso quiero, y me han dicho que aquí encontraría al candidato más idóneo de todo el condado.
*M- ¿Quién si se puede saber?
*R- La gente- Ron no está aún seguro, pero calcula que ella es María Rojas, la persona que busca. La Calamity Jane del sur. Una especie de cacique de la zona, cuya escopeta cuenta muescas y muertes por decenas (doquier*).
*M- La gente de por acá platica puro chisme, caballero.
*R- Hay oro de por medio. Mucho oro- Ron se mete la mano en el bolsillo de su chaleco buscando algo. María contacta con la culeta de su escopeta por si acaso. Ron alcanza el objeto en cuestión y lo deposita frente a la desconfiada mirada de María. Es una pepita, un pepón, de casi 200gr- Hay más para el susodicho que me ayude.
*M- Pues muy bien, pero señor, en verdad que no tengo el gusto de conocer a quien le pueda ayudar.
*R- Es una lástima, me habré equivocado- Ron recoge la pepita, la inserta de vuelta en el bolsillo del chaleco- bueno, cualquier noticia interesante no dudé en avisarme.
*M- Va a quedarse por aquí mucho tiempo, fíjese que esta es una zona peligrosa.
*R- Sólo el tiempo necesario. Y no sé preocupe, que jamás hubo serpiente que se asustara del desierto.
*M- Mire usted, una tontería. Me he percatado de que el cañón de su revólver está algo torcido, si me lo deja una mañana seguro que mejoro su puntería.
*R- De acuerdo, es todo suyo.
*M- Lo mismo se arrepiente de ir por estos lares desarmado ¿No querría usted un revólver prestado?
*R- No, gracias, confío en usted y en mi buen sino- Ron se toca el tobillo con la bota, ahí está, dónde debe estar, su segundo revólver.
*M- En ese caso.
*R- ¿Para cuándo estará mi revólver listo?
*M- Para antes de lo que imagina.
*R- Perfecto, adiós.

Ron no lo puede creer. María Rojas, es apenas una mujer, joven, bajita, de rasgos finos, poco acordes a su reputación. Eso sí, su mirada cafetera es firme, feroz.

Ron tiene el pálpito, presume lo que va ocurrir, va contando uno a uno los pasos que va dando en línea recta. 52, 53, 54. No hay mucho tránsito, criajos, un par de carruajes... Su sombrero sería el blanco más fácil. 57, 58. Nota una inmensa presión en sus sienes. Estar en el punto de mira de la asesina más respetada y sanguinaria del país no es plato de buen gusto para nadie. 60, 61, 62 ¡Pum! Tal cual lo previsto, sombrero al aire.

Ron se inclina, solemne, a recoger el agujereado sombrero del polvoroso suelo, se lo recoloca sobre la cabeza y emprende raudo el camino de vuelta hacia la armería. María sentada en el deslavazado porche de la armería, concretamente balanceándose con serenidad en una vieja mecedora de mimbre, lo aguarda. El revólver yace humeante en un pequeño escabel situado a los pies de la mecedora.

*M- En fin, creo que su revólver ahora está perfectamente calibrado- anuncia al forastero con una mueca burlona.
*R- Estupendo pues. Ahora hablemos de negocios- dijo Ron con un temple, con un brillo resolutorio en sus ojos que María jamás había visto en ningún hombre al que le acabasen de disparar. Aquel tipo era un temerario, un inconsciente que extrañamente le empezaba a caer bastante bien.

Los chicos de Quenting los esperan frente al abrevadero. Uno es rubio, el otro moreno, al menos esa es la única diferencia que se les puede apreciar desde lejos.

En cuanto llegan al encuentro, María, Quenting, Pol y Ron, ambos muchachos los miran desafiantes. Su porte desgarbado, sus sonrisas desairadas interpretan a la perfección la insolencia propia del que se sabe un indeseable que no tiene dónde demonios caerse muerto. Sin embargo, son los ojos del rubio lo que más destaca: celestes, mezquinos, insondables, mirando a Pol con la ferocidad de un animal repudiado, revirado contra su infausto dueño, el destino.

CONTINUARÁ

Y hablando de hacer balances y memorias, ahí va otra perleta

OTRA

Ayer te evoqué aposta, adrede, no sé, me sentía triste
Como un tonto sin lápiz, como un jilguero sin alpiste
No recuerdo bien cómo nos distanciamos ni hacia dónde querías irte
Era otra época, tersa, lozana, vertiginosa, ya sabes, sin cicatrices
A veces venían cartas tuyas, postales, misivas de pulso tembloroso y letra cursiva
Y me contabas boberías, cursiladas, me prometías que regresarías enseguida
A esta tierra de sol y arena, a ese mar esmeralda que te vio crecer desde niña
Después simplemente dejaron de llegar, maduraste, quizás te casaste y tuviste hijos
Recuerdo tus labios frescos, tus besos salados, tus somnolientos mimos
Tu imagen es clara, idílica, rasgos dulces, ojos duros, melena alborotada, cuerpo fino
Sin embargo ya no logró amplificar tu voz, se ha enredado en mi abismo marino
Irreflotable, la extraño, te extraño, nos extraño a veces, de cuando en cuando
Extravié también las fotos de entonces, me voy quedando sin cosas, sin tanto
Conservo tus cartas, tus dejes coquetos, tu olor a brea, a playa, tu sonrisa a medias
Almaceno con cariño, pues eso, soliloquios melancólicos al alba, huellas perdidas
Las nuestras ¿No es extraña esta vida? Sí, un confuso y accidentado baile de despedidas

FIN

Bueno chicos, espero k disfrutarais musho de fin de año (yo empiezo a reflotar recién)!! Y alé a disfrutar de lo que queda de navidad. En fin, k los reyes magos os traigan mushas cosicas y k no os toque el aba pa k después nadie puea llamaros tontolaba (tonto del aba). Venga, a ser felices y estudiosos, k a mí me toca estudiar como un penco y no me mola estar puteao únicamente yop (soi asin de capullo). Feliz añoooooouuuuuu!!!! (Por si no había quedao clarouuu, jejeje, cuanta tontería tengo)