Ohaiiooooo, k tal xiketes espero k tó genial. Yo no me kejo de ná, tó va como debe ser, uséase mu, muuu contento e ilusionado, y me estoy esforzando pork culmine asin de bien también. En fin, lo único que me trae de cabeza un poco últimamente es la ley esta nueva de seguridad ciudadana, me indigna, o sea, lo mucho k se protegen el culo los políticos a sí mismos. Ven que la ciudadanía está hasta al moño de sus desfalcos, corruptelas y contubernios y en vez de endurecer las penas para con los corruptos y fomentar la transparencia, se meten en su burbuja de oro y de impunidad jurídico-policial y que a la gente, al pueblo les den, y alé que se pueda multar y meter en la cárcel casi por cualquier protesta o molestia k se articule en su contra. Panda de cabrones… kienes se creen, están ahí representándonos a todos, no son una raza aparte, a ver cuándo se enteran la élites podridras, perdón, políticas de este país k se deben al pueblo y k les financiamos nosotros… a ver cuándo empiezan a comportarse como eso, como servidores del pueblo, y si no k se vayan a sus casas a hacer sus chanchullos cn kien kieran pero sin el amparo de la institución de turno ni la financiación gratuita de los dineros públicos, joeerrr… en fin, k me enervo. Bueno, al final como sigan así ya verán, ya verán… Estaba releyendo recién a Ortega y Gasset y llamo la atención sobre algo en lo ke estoy totalmente de acuerdo y a lo k como sigan así nos abocarán a las nuevas generaciones en no mucho: “yo siento mucho no coincidir con el pacifismo contemporáneo en su antipatía hacia la fuerza; sin ella no habría habido nada de lo que más nos importa en el pasado, y si la excluimos del porvenir sólo podremos imaginar una humanidad caótica. Pero también es cierto que con sólo la fuerza no se ha hecho nunca cosa que merezca la pena” En fin, que debe haber una ideología renovadora pero no basta con salir a la calle pacíficamente, si se va, visto cómo se están poniendo ellos la venda antes de la herida, habrá que ir dispuestos a tó.
Bueno, hoy kería ser claro, kreo k sólo hay dos o tres post más en los k hablo clarinete de estas cosas, de normal (incluido hoy), soy feliz, superfluo y tal pero a veces también me apetece cagarme en tó, y especialmente desde el convencimiento k se podría hacer diferente y que entre todos (o un número importante de personas bien organizadas y con principios sociales y morales inquebrantables) hay cosas k sí k se pueden cambiar para mejor…
Hoy mi perleta, también tieee mensaje… en fin, si conocéis a gentecilla de esa que se las da de cosas (ya sea victimismo o fanfarronería) demasiado a menudo, k miente y además siempre intenta kedar por encima de uno, alejarosss, dejar k siga su camino, no os enredéis en su maraña de petulancias o lloriqueos, vosotros seguid a lo vuestro, y alejaros de ellos, y ná, k les vaya bonito por su caminito y uno a dedicar su preciado y escaso tiempito en este mundo con la gente k realmente le importa/interesa o quiere, sin acritud ninguna, con convicción y alegría de seguir pa’ delante, hay trenes k no son pa’ uno (nunca lo fueron) y, es más, está bien k no sean pa’ uno.
OTRA
La vida no empieza ni se acaba en ti o en mí
La vida continua, y regala abejas y colibrís
Recolectando néctar, volando de aquí pa' allí
Compartiendo la flotante belleza del sobrevivir
Con todos, con aquellos a los que les da por ahí
Y hoy, por ser hoy, les apetece sonreír
Te estoy realmente agradecido
Ni te imaginas cuanto, un muchito
Diminutivo y bonito como tú, bollito
Estaba perdido, triste, dolido, herido…
Y tú te empeñaste en desenterrar mi latido
Y viniste a balancearte por entre mis huesos
Secos, sedientos, áridos como yacimientos
Espoliados del antiguo Egipto, no quiero
Que me malinterpretes, eres un descubrimiento
De los que quitan el hipo y fomentan el mercado negro
Mas a mí, que andaba moribundo por el desierto
Ya no me interesaba tan fabuloso hallazgo
Sólo salir de allí, vivito y coleando
Y si no te apetezco más, pues algo
Inventaremos, gracias a ti, sé, al fin, que estoy fuera
Que me gusta mi facha y la música que hoy suena
Los vientos soplan alisios, templados, sin penas
Que transportar de este ex-melancólico mar al cantábrico
Aquel mal hizo chas y cicatrizó, fuiste polvos mágicos
No eres mi chica de the temptations, no soy tu chico
Ya lo sabía de antes, soy un tontito bastante listo
Que te lo avisaba ya cuando comenzaste con el desatino
De mirarme con cariño y creíste creer que era buen partido
Ahora el juego ha terminado, las fichas del tablero han caído
Y se han roto, habrá que pasar a otra cosa, fueron buenos ratos
Tu cuerpecito sobre el mío, mi dejadez y tu calorcito
No sé si es por el modo o por el tacto
Tampoco a cuantos más habrás abrigado y mimado
Pero te lo aseguro, nena, eres una horneadora de afortunados
Y mira que afirmo, probo, que no me importas un carajo
Mas me gustaría retozar contigo una única vez más, tanto…
Mas no sería justo para contigo, para con el karma
De los que harás felices y desdichados ¡calma muchacha!
Que no cunda la alarma, voy a desvelar al fin la trama
Una pizca canalla para contigo, mas más honesta que mala
No me pareces un amor ni siquiera buena gente
No voy a ser hipócrita, tienes tus razones y eres consecuente
Te construyes tus mentiras, tus excusas y te las crees
Yo no soy quien para juzgar, no hice bien las cosas muchas veces
Aunque ahora, en los últimos años, si se me permite ser sincero
Sí, sí que me considero un buenazo de estos imperecederos
De estos que dan su mano y no hay doblez, sólo buenos deseos
Y confianza en el prójimo, y fe, toneladas de fe en esto y aquello
No me lo tomes a mal, pues estoy convencido
Que puede haber sido circunstancial, un periodo inaudito
Dentro de un extenso divagar de excelso y piadoso bollito
Además, seas como seas en el presente, futuro o infinito
Pa' mí resultaste un milagrito
Tras el cual atiné a reemprender mi caminito
Y sí, ya que me traes y te traigo sin cuidado, te lo confirmo
Estoy enamorado, terriblemente enamorado, bollito
De una linda mujercita que sí que me hace brincar el corazón
Tiene cabellos dorados y aún cree que el mundo puede ser mejor
Y trata de contribuir con su granito de arena, y a base de valor
E ímpetu hasta a mí me hace dudar y pensar que pueda llevar razón
Y me habla y sonríe entre dientes, y de mí está tan pendiente
La he invitado a salir recién, y radiante ha dicho que sí, que quiere
Y ya veremos este viernes; le he apretado la mano suavemente
Al despedirnos y nos hemos sonrojado como chicuelos
Y no sé cómo irá, mas me ha atravesado un buen pálpito al respecto
Será por mi deambular soleao, apollardao… demasiado contento
O que por primera vez en meses me he olvidao del miedo
Y quiero escapar, escalar… subirme a ese maldito cohete de nuevo
Y allá arriba, desde los cielos, acelerar hacia su encuentro
Con mi insignificancia intacta y mi vulnerabilidad a cero
Dispuesta a ser pisoteada y quedar por los suelos, será un feliz reto
Si logro coaligar sus labios con los míos en un modesto beso
Un beso de idiotas enamorados, de soñadores insurrectos
O, al menos, eso espero: un beso de esos
Que hace mucho, muchísimo, que no pruebo
FIN
Hoy k he sio un pesaooo y un cicatero de campeonato me despido ya en otra onda: felices navidades!!!! k tengáis muchísimos días divertidos y haciendo lo k más os apetezca y con la compañía predilecta de cá uno, además recibid al nuevo año con una sonrisa idiota o una borraxera de las buenas pork si os empeñáis a lo Pigmalión al final va a ser un año de la leche. Yo me comprometo a hacerlo ;). Un abrazo fuerte y un porromponpon raphaeleño si cabe más fuerteeeee. Nas fiestas y año nuevo guapetonessss!!!!
tímido, graciosillo metepatas e irónico k sabe k de vez en cuando se equivoca, k de vez en cuando esta herido, k de vez en cuando aun sin kererlo hiere, k de vez en cuando se encierra, k de vez en cuando se escapa y k de vez en cuando es feliz
5 de diciembre de 2013
25 de noviembre de 2013
Hombre del Ponxo XI, el arrebato
Bueno, por akí de nuevo ar fin. Oye, más contento que el regaliz y escribiendo desde mi buhardillica privada, k no sé k más se pueee pedir en la víaa pero tampoco debe ser musho más. Y ná como ahora tengo mi rinconcico privao, creo k escribiré musho más, de hexo esta entrada y nueva SUPER ENTREGA de el cansinaco y pulgoso HOMBRE DER PONCHOOOUUU así lo atestigua. Tieee pinta de k va a ser un sitio la mar de eissspiraooo. Ahora, decorarlo un poquito más y hacerlo más desastrao y alé pa mí pa siempre.
He llegao a la entrada número 40, vivaaaa, vivaaaa. Ahí va también la onceava parte der pesao este, la once, mi número favoricoooooooo... k guaay k guayyyyyy, no pensé k llegaría a darle tanta vidilla y resurrección pero olé k síiiiiiii
HOMBRE PONCHOSO XI, la mala jugada del destino
Pol y Quenting, bajan sin agobios hacia la garganta principal del barranco Matacabras. El camino es cuesta abajo, mas, lo pedregoso del terreno hace desaconsejable cualquier alarde de velocidad. Pol siempre tiene buenas sensaciones antes de un asalto. La adrenalina se le sube desde el espinazo y se siente capaz de todo, omnipotente ante cualquier circunstancia o adversidad. No es que sea un loco suicida, no, es que aquel es su oficio, un oficio del que lleva más de 20 años malviviendo, y como todo profesional experimentado, siente que él es quien domina su oficio y no al contrario. Además, para temeroso y desconfiado ya está Charly. “Menuda cruz, por Dios” masculla ininteligiblemente Pol al percibir el cuello tenso y las orejas yertas de su sosteniente equino.
El cielo está claro, límpido, el mediodía recién ha coronado. El fondo amarillento y ocre lo envuelve todo, poco importa el matorral o los escasos saguaros o los ridículos árboles achaparrados a la contra de aquel clima extremo, el polvo, el insoportable calor y el amarillo son las tres únicas realidades que sin excepción abotargan los cinco sentidos de cualquier ser humano desventurado que ose internarse por allí.
La diligencia avanza sin miramiento alguno. De hecho, de seguir con ese ritmo vivaz en menos de cinco minutejos se situará a tiro de piedra. Su pasaje es reducido, apenas alberga tres individuos. Dos conductores, uno privado que no dudara en rendirse al primer contratiempo y otro interesadamente comprometido con la causa que sentado al lado del otro, observa y escruta el panorama con las mangas arremangadas y aspecto escaldado. Por lo que se desprende a primera vista de este último, resulta un hombre de mediana edad, alto, moreno y de rostro duro, aguileño y temible como el de una especie de armadillo encabronado. Su nombre es Benson, un habitual, un ex convicto reformado con fama de avezado pistolero, siempre al servicio del mismo banco y que a su vez asume la encomienda de la seguridad de toda la comitiva en cuestión. Ya dentro del carruaje, vigilante de la carga, se encuentra cómodamente reclinado el responsable burocrático y bancario de la mercancía, es decir, un pelele con estudios y documentos notariales que lo acreditan como tal ante cualquier otro imbécil semejante. Un tipo miedoso y en estado de agitación máxima desde que salió de su pequeña oficina del norte de Arkansas con su traje y su sombrero de los domingos y las sufridas bifocales del trabajo. Un novel viajero nada seducido por los parajes de aquellos territorios o bien salvajes o bien no del todo civilizados. Parajes, a pesar de bellos, nada hospitalarios con los foráneos y cuyo tránsito cualquier americano de acomodada procedencia con dos dedos de frente evitaría. Por desgracia, él aún intenta medrar y acomodarse, no venía posicionado ya de cuna y, sin apenas opción, se ha visto abocado a arriesgarse y tomar parte en tan desaconsejable envolao.
Aquel frío domingo de invierno la misa era si cabe más tediosa y soporífera que de costumbre. A Pol no le gustaba ni impresionaba la religión un pimiento. Demasiadas historietas con moraleja, demasiados cuentos ejemplificadores… demasiados intérpretes de aquellas rancias andanzas indicándole a uno cómo actuar en los tiempos modernos en base a una recopilación de cuentos fantásticos del Oriente Medio del año catapúm. No obstante, Cloé, después de la magnífica boda que el reverendo Mckulog les había oficiado, no le permitía escaquearse de ninguna eucaristía dominguera, ya nevase, jarrease torrencialmente o tronase con la descomunal ira del resto de dioses desatendidos de la humanidad. Y bueno, muy loco habría tenido que estar él cómo para llevarle la contraria a aquella fuerza de la naturaleza envasada en un lindo cuerpo de mujer, que además de esa energía incontrolable con la que se conducía habitualmente había sido injustamente bendecida con aquellos ojos, verde huracanado, capaces, ante la mínima crispación, de arrasar con todo lo que se le pusiera por delante.
Mckulog era un ferviente defensor de la familia tradicional y de la retórica protestante acerca de la caridad bien entendida. Así pues, aparte de manidos discursos acerca del amor conyugal y para con los demás miembros de la comunidad, solía acudir con frecuencia, lo cual era muy de agradecer, a los evangelios del nuevo testamento y dejaba bastante de lado el resto de la Biblia. Al niño topo, desde su más tierna infancia, le había caído en gracia Jesucristo, se le antojaba como un tipo molón, con sus milagros, sus greñas y sus pelos largos, sus lecciones de humildad a diestro y siniestro etc. pero a medida que sus enseñanzas eran repetidas y reiteradas una y otra vez por aquel señor mayor medio calvo al que todos debían reverenciar y llamar padre, su interés y admiración se había enredado en un sinsentido metafísico que ni él mismo atinaba a encauzar hacia la fe cristiana inquebrantable que se le presuponía.
Al menos, que él estuviera allí, apretando la cálida mano de Cloé, ponía contenta a su enamorada. Y, a veces, uno está feliz o alegre simplemente por contagio. También auguraba que tan pronto como aquel bodrio confesional terminase, ella le colmaría de los arrechuchos y atenciones que su valeroso estoicismo se merecía. Con el paso de los meses él había catalogado los domingos como días de asueto sensacionales con un peaje de inicio a pagar religiosamente bien de mañana.
Sus párpados se le cerraban sin querer, de poco en poco. Por suerte, no roncaba y ningún parroquiano, a excepción de su esposa, se percataba de sus intermitentes sueñecitos. Cloé, no obstante, ya le había arreado tres o cuatro codazos admonitorios. Era una bruta sin consideración, pero ¿Qué podía esperarse de su señora si él mismo era igual o peor? Y a pesar de esas sapiencias sobre el otro seguían queriéndose si cabe más cada día. Aquella tarde debían de ir a cenar, todos, con sus padres. Ya hacía un año de su boda y la cosa parecía marchar viento en popa. Recién aquel domingo se cumplían dos meses desde que Cloé le anunció que estaba en cinta, periodo que había coincidido con una primera cosecha esperanzadora de la nueva granja.
La nueva granja poseía una parcela de terreno el doble de grande y fértil que la de los O’Brienn. La casa, de nueva construcción, se erigía sólidamente en el centro de la misma, mucho más bonita y espaciosa que el anterior hogar familiar. El sr. O’Brienn se había mudado con su hija y su yerno, renuente a más no poder, pero pusilánime ante la mirada sincera y querendona del único milagrito vivo que le quedaba sobre la faz de la tierra. Él había sido alojado en la confortable ala derecha de aquel edificio de dos plantas, fachada y columnata blancas y tintes afrancesadamente coloniales. Le costaba dar su brazo a torcer pero, ciertamente, había ganado en comodidad con el cambio, no cabía duda. Aunque ahora pertenecieran al condado de Wendell y el pueblo quedara menos a desmano de lo que él solía rezongar.
Aquella tarde, después de una ligera siesta, comenzaron los preparativos normales de toda comitiva. Cloé espabiló tanto a su padre como a su marido con chillidos y amenazas de diferente calado e intensidad. Ambos se levantaron raudos ante aquel toque de corneta tan potente, atemorizador y persistente. Los trajes con los que se debían ataviar ya estaban colgados en sus respectivos aseos. Y ninguno de los dos osó demorarse más de lo imprescindible.
El carruaje les esperaba a las cinco. Y los tres (bueno, los cuatro, contando al soldadito o a la princesita que andaba mareando ya desde buena mañana por la tripa de Cloé) como un clavo, perfectamente emperifollados, guapos como sólo las gentes humildes y rudas lo pueden llegar a estar y ser, subieron al carruaje. El viaje no era nada del otro mundo, apenas 45 minutos divididos en tres tramos. El primero de 25 minutos para llegar a entroncar con el pueblo, el segundo de 10 minutejos atravesando aquel pueblo en franca expansión y el tercero, un paseíto de 15 minutillos hasta arribar al ranchito de los Pol.
Pol miraba a su mujer, con aquel vestido azul cielo tan pomposo, enjoyada con las alhajas de su telúrica abuela y la alianza de casada con aquel enorme y atrayente rubí, realmente parecía una preciosa aristócrata del imperio austro-húngaro camino a uno de aquellos recargadísimos valses de gala. Ella se dio cuenta de su emoción y lo miró con esa envolvente ternura con la que sólo las mujeres extraordinarias saben mirar. Él colocó su mano sobre su pancita y le sonrió al techo entelado del vehículo. Aquella incipiente barriguita ya empezaba a notársele, y Pol se regocijaba aventurando una indisimulable sonrisa en el rostro de su afable madre en cuanto la viera, en cuanto los viera. Le habían escrito una carta hacía menos de una semana con la buena nueva. Habían preferido esperar hasta estar seguros y confiados del buen progreso del embarazo. La respuesta inmediata de su madre había sido tan animosa y jacarandosa que aquella visita era lo mínimo con lo que agradecerle semejante muestra de afecto y buenos deseos.
A los cinco minutos de salir del pueblo algo les sobresaltó. Bandoleros habían puesto el cadáver de una vaca en medio del pedregoso camino. El conductor lo sorteo como pudo y aceleró con nerviosismo. Una de las ruedas había quedado maltrecha en el incidente y el vaivén en el interior del carruaje era salvaje. Finalmente, tras 2 o 3 minutos de accidentada persecución aconteció lo irremediable. Dos caballos relucientemente negros como el petróleo cercaron su paso y a punta de pistola hicieron detener al cochero.
Ambos asaltantes llevaban el rostro ocultado con un pañuelo rojo. Señal inequívoca de pertenencia a la banda de Brackston. De malas formas, el jinete de tez más morena y pelo largo la tomo contra el pasaje, haciéndoles bajar del vehículo a empellones. El otro, algo encorvado, y de pelo entre greñudo y ralo, vigilaba a los atracados de frente. Se veía que eran tipejos acostumbrados y especializados en la labor
- Vacíense los bolsillos ¡rápido! y pongan las manos hacia delante, que las podamos ver.
Pol vivía la escena de forma tranquila, portaba un pequeño revolver escondido en la pantorrilla pero a priori tampoco era demasiado partidario de utilizarlo. Muchas cosas podían salir mal en los juegos con armas de fuego y por nada del mundo pretendía poner en riesgo a lo que más quería en esta vida. A fin de cuentas, el dinero es sólo eso, va y viene.
Los colocaron en fila. Al revisar a los cuatro rehenes, fueron arrebatándoles todo aquello de valor, siguiendo un orden exquisito. El pelazos era el encargado del saqueo y el greñudo el de vigilarles a punta de pistola. Primero cacheó al cochero, con la escasa presea de una pitillera y una petaca plateada. Con el Sr. O’Brienn el botín fue mucho mayor. A la consabida petaca de scotch le acompañaron un reloj de bolsillo de oro, un decente sombrero de copa y una billetera con más dinero suelto del que correspondería a una visita de cortesía con la familia política. Cuando llegaron a Cloé, la avaricia de los bandoleros ante tanta joya de relumbrón se enardeció. Sin embargo, el anillo no estaba -Chica lista- se enorgulleció Pol. Mas el soez, moreno y embozado bandolero pareció encabronarse al percatarse de la ausencia de la pieza en cuestión. Y tras arrancarle rabiosamente el resto de las joyas a la muchacha fue a intercambiar unas palabras con su compañero. Ambos gesticularon y bracearon con la indignada violencia de dos gorilas hambrientos. A cada segundo parecían más cabreados. Y su ira apuntaba cínica y directamente contra Cloé.
El greñudo tomo las riendas y el pelazos reculó y se plantó en la retaguardia. Casi en estampida se aproximó, agarró a la muchacha por el moño y la desplazó hacia delante con la fuerza desmedida de un elefante. Cloé rodó y cayó al suelo incapaz de reaccionar, unas impotentes lágrimas hicieron patente su tremendo dolor.
-¿Dónde está el anillo? ¿Dóndeeee?- Bramó el greñudo con la otra mano bien sujeta a la pistola y un airado aspaviento hacia su presa. Esa fue la última frase de su diabólica vida. En menos de 15 segundos, ambos forajidos, se hallaron en el suelo, deshauciados, con la garganta supurando sangre y una bala alojada en el centro mismo de su envilecido corazón.
El humeante cañón de Pol Pol nunca había actuado con tal severidad y falta de compasión. Presuroso, el niño topo esprintó a comprobar el estado de su amada lavandera. Estaba magullada, pero bien, ambos se abrazaron, y se sintieron reconfortados con el mero contacto mutuo. La atención de inmediato voló hacia la pancita de la embarazada, cabía la duda de que el feto hubiese sufrido algún tipo de daño, mas Cloé, clarividente como pocas, enseguida supo que no.
- Estamos bien, Pol. Perfectamente, sólo un poco arañados y asustados. Pero en poco se nos pasará ¿A que sí?- y poso su mano derecha en torno a su ilusionante cintura.
El cochero, un hombre bueno y metomentodo, apellidado Riley, que no había tenido hijos y cuya mujer lo mangoneaba cuanto quería y más, fue a inspeccionar los cadáveres de ambos asaltantes. El moreno era Remintong, una alimaña de poca monta, por el que la abultada recompensa aunque fuera muerto bien valdría el susto y el viaje de vuelta. Con la ayuda del sr. O’Brienn aupó y ató el cadáver al techo del carruaje. Inmediatamente después, se acercó al segundo, el greñudo, a ver si le sonreía la misma suerte monetaria. Al destapar el pañuelo del greñudo, un gran grito emergido desde su aterrorizada garganta espantó a los carroñeros pájaros de los alrededores y escampó en vía preferente hacia la mismísima boca del infierno…
Benson es el primero, el más taimado y astuto en percatarse de que algo huele a podrido por aquel barranco de mil demonios. Ya falta poco para alcanzar el éxito, Bexnorvil está a la vuelta de la esquina, a apenas 20 millas noroeste. Y es justo a partir de ahí cuando se han de extremar las precauciones y pecar de cautelosos. Ya que al igual que les ocurre a los salmones del ártico cargados de proteicas huevas es justo rayando las puertas de la meta cuando han de tener más cuidado con los sustitutos arrabaleros de los voraces y expectantes osos de garras afiladas y morro hambrientamente salivado. Como ya se conoce, y sabe que no siempre está en lo cierto, disimula. No sin posar ambas manos en el cinto, al quite, y escrutar minuciosamente el paisaje. Sí, desde luego, la bochornosa calma que le circunda, la ausencia de fauna visible, es algo a tener muy en cuenta y que le enerva los nervios sobremanera.
FIN
Ando tó liao cn el máster y demás mierdas así k me las pirooo a hacer cosas de provecho....
Bueno, como de toas formas, casi de seguro k escribiré antes de fin de año, habiéndome kitao de encima este peso muerto ponxoso k me he kitao pa una buena temporá, paso de felicitaros las navidades. Todo y animandoos a que vayáis entrenando el engullimiento exagerao pa' las fiestasssss, yo al fin he encontridoooo polvoronesss de canelaaaa asi k aniré fenttttt... venga, k espero k os haiga gustao musho mushísisimooooo la nueva entrega del sinvergüenza de poca higiene corporal (k keréis es un hombre de su época, el animalico) k paséis un otoño-invierno felicicissiimooooo. Un abracico gente guapaaaa
He llegao a la entrada número 40, vivaaaa, vivaaaa. Ahí va también la onceava parte der pesao este, la once, mi número favoricoooooooo... k guaay k guayyyyyy, no pensé k llegaría a darle tanta vidilla y resurrección pero olé k síiiiiiii
HOMBRE PONCHOSO XI, la mala jugada del destino
Pol y Quenting, bajan sin agobios hacia la garganta principal del barranco Matacabras. El camino es cuesta abajo, mas, lo pedregoso del terreno hace desaconsejable cualquier alarde de velocidad. Pol siempre tiene buenas sensaciones antes de un asalto. La adrenalina se le sube desde el espinazo y se siente capaz de todo, omnipotente ante cualquier circunstancia o adversidad. No es que sea un loco suicida, no, es que aquel es su oficio, un oficio del que lleva más de 20 años malviviendo, y como todo profesional experimentado, siente que él es quien domina su oficio y no al contrario. Además, para temeroso y desconfiado ya está Charly. “Menuda cruz, por Dios” masculla ininteligiblemente Pol al percibir el cuello tenso y las orejas yertas de su sosteniente equino.
El cielo está claro, límpido, el mediodía recién ha coronado. El fondo amarillento y ocre lo envuelve todo, poco importa el matorral o los escasos saguaros o los ridículos árboles achaparrados a la contra de aquel clima extremo, el polvo, el insoportable calor y el amarillo son las tres únicas realidades que sin excepción abotargan los cinco sentidos de cualquier ser humano desventurado que ose internarse por allí.
La diligencia avanza sin miramiento alguno. De hecho, de seguir con ese ritmo vivaz en menos de cinco minutejos se situará a tiro de piedra. Su pasaje es reducido, apenas alberga tres individuos. Dos conductores, uno privado que no dudara en rendirse al primer contratiempo y otro interesadamente comprometido con la causa que sentado al lado del otro, observa y escruta el panorama con las mangas arremangadas y aspecto escaldado. Por lo que se desprende a primera vista de este último, resulta un hombre de mediana edad, alto, moreno y de rostro duro, aguileño y temible como el de una especie de armadillo encabronado. Su nombre es Benson, un habitual, un ex convicto reformado con fama de avezado pistolero, siempre al servicio del mismo banco y que a su vez asume la encomienda de la seguridad de toda la comitiva en cuestión. Ya dentro del carruaje, vigilante de la carga, se encuentra cómodamente reclinado el responsable burocrático y bancario de la mercancía, es decir, un pelele con estudios y documentos notariales que lo acreditan como tal ante cualquier otro imbécil semejante. Un tipo miedoso y en estado de agitación máxima desde que salió de su pequeña oficina del norte de Arkansas con su traje y su sombrero de los domingos y las sufridas bifocales del trabajo. Un novel viajero nada seducido por los parajes de aquellos territorios o bien salvajes o bien no del todo civilizados. Parajes, a pesar de bellos, nada hospitalarios con los foráneos y cuyo tránsito cualquier americano de acomodada procedencia con dos dedos de frente evitaría. Por desgracia, él aún intenta medrar y acomodarse, no venía posicionado ya de cuna y, sin apenas opción, se ha visto abocado a arriesgarse y tomar parte en tan desaconsejable envolao.
Aquel frío domingo de invierno la misa era si cabe más tediosa y soporífera que de costumbre. A Pol no le gustaba ni impresionaba la religión un pimiento. Demasiadas historietas con moraleja, demasiados cuentos ejemplificadores… demasiados intérpretes de aquellas rancias andanzas indicándole a uno cómo actuar en los tiempos modernos en base a una recopilación de cuentos fantásticos del Oriente Medio del año catapúm. No obstante, Cloé, después de la magnífica boda que el reverendo Mckulog les había oficiado, no le permitía escaquearse de ninguna eucaristía dominguera, ya nevase, jarrease torrencialmente o tronase con la descomunal ira del resto de dioses desatendidos de la humanidad. Y bueno, muy loco habría tenido que estar él cómo para llevarle la contraria a aquella fuerza de la naturaleza envasada en un lindo cuerpo de mujer, que además de esa energía incontrolable con la que se conducía habitualmente había sido injustamente bendecida con aquellos ojos, verde huracanado, capaces, ante la mínima crispación, de arrasar con todo lo que se le pusiera por delante.
Mckulog era un ferviente defensor de la familia tradicional y de la retórica protestante acerca de la caridad bien entendida. Así pues, aparte de manidos discursos acerca del amor conyugal y para con los demás miembros de la comunidad, solía acudir con frecuencia, lo cual era muy de agradecer, a los evangelios del nuevo testamento y dejaba bastante de lado el resto de la Biblia. Al niño topo, desde su más tierna infancia, le había caído en gracia Jesucristo, se le antojaba como un tipo molón, con sus milagros, sus greñas y sus pelos largos, sus lecciones de humildad a diestro y siniestro etc. pero a medida que sus enseñanzas eran repetidas y reiteradas una y otra vez por aquel señor mayor medio calvo al que todos debían reverenciar y llamar padre, su interés y admiración se había enredado en un sinsentido metafísico que ni él mismo atinaba a encauzar hacia la fe cristiana inquebrantable que se le presuponía.
Al menos, que él estuviera allí, apretando la cálida mano de Cloé, ponía contenta a su enamorada. Y, a veces, uno está feliz o alegre simplemente por contagio. También auguraba que tan pronto como aquel bodrio confesional terminase, ella le colmaría de los arrechuchos y atenciones que su valeroso estoicismo se merecía. Con el paso de los meses él había catalogado los domingos como días de asueto sensacionales con un peaje de inicio a pagar religiosamente bien de mañana.
Sus párpados se le cerraban sin querer, de poco en poco. Por suerte, no roncaba y ningún parroquiano, a excepción de su esposa, se percataba de sus intermitentes sueñecitos. Cloé, no obstante, ya le había arreado tres o cuatro codazos admonitorios. Era una bruta sin consideración, pero ¿Qué podía esperarse de su señora si él mismo era igual o peor? Y a pesar de esas sapiencias sobre el otro seguían queriéndose si cabe más cada día. Aquella tarde debían de ir a cenar, todos, con sus padres. Ya hacía un año de su boda y la cosa parecía marchar viento en popa. Recién aquel domingo se cumplían dos meses desde que Cloé le anunció que estaba en cinta, periodo que había coincidido con una primera cosecha esperanzadora de la nueva granja.
La nueva granja poseía una parcela de terreno el doble de grande y fértil que la de los O’Brienn. La casa, de nueva construcción, se erigía sólidamente en el centro de la misma, mucho más bonita y espaciosa que el anterior hogar familiar. El sr. O’Brienn se había mudado con su hija y su yerno, renuente a más no poder, pero pusilánime ante la mirada sincera y querendona del único milagrito vivo que le quedaba sobre la faz de la tierra. Él había sido alojado en la confortable ala derecha de aquel edificio de dos plantas, fachada y columnata blancas y tintes afrancesadamente coloniales. Le costaba dar su brazo a torcer pero, ciertamente, había ganado en comodidad con el cambio, no cabía duda. Aunque ahora pertenecieran al condado de Wendell y el pueblo quedara menos a desmano de lo que él solía rezongar.
Aquella tarde, después de una ligera siesta, comenzaron los preparativos normales de toda comitiva. Cloé espabiló tanto a su padre como a su marido con chillidos y amenazas de diferente calado e intensidad. Ambos se levantaron raudos ante aquel toque de corneta tan potente, atemorizador y persistente. Los trajes con los que se debían ataviar ya estaban colgados en sus respectivos aseos. Y ninguno de los dos osó demorarse más de lo imprescindible.
El carruaje les esperaba a las cinco. Y los tres (bueno, los cuatro, contando al soldadito o a la princesita que andaba mareando ya desde buena mañana por la tripa de Cloé) como un clavo, perfectamente emperifollados, guapos como sólo las gentes humildes y rudas lo pueden llegar a estar y ser, subieron al carruaje. El viaje no era nada del otro mundo, apenas 45 minutos divididos en tres tramos. El primero de 25 minutos para llegar a entroncar con el pueblo, el segundo de 10 minutejos atravesando aquel pueblo en franca expansión y el tercero, un paseíto de 15 minutillos hasta arribar al ranchito de los Pol.
Pol miraba a su mujer, con aquel vestido azul cielo tan pomposo, enjoyada con las alhajas de su telúrica abuela y la alianza de casada con aquel enorme y atrayente rubí, realmente parecía una preciosa aristócrata del imperio austro-húngaro camino a uno de aquellos recargadísimos valses de gala. Ella se dio cuenta de su emoción y lo miró con esa envolvente ternura con la que sólo las mujeres extraordinarias saben mirar. Él colocó su mano sobre su pancita y le sonrió al techo entelado del vehículo. Aquella incipiente barriguita ya empezaba a notársele, y Pol se regocijaba aventurando una indisimulable sonrisa en el rostro de su afable madre en cuanto la viera, en cuanto los viera. Le habían escrito una carta hacía menos de una semana con la buena nueva. Habían preferido esperar hasta estar seguros y confiados del buen progreso del embarazo. La respuesta inmediata de su madre había sido tan animosa y jacarandosa que aquella visita era lo mínimo con lo que agradecerle semejante muestra de afecto y buenos deseos.
A los cinco minutos de salir del pueblo algo les sobresaltó. Bandoleros habían puesto el cadáver de una vaca en medio del pedregoso camino. El conductor lo sorteo como pudo y aceleró con nerviosismo. Una de las ruedas había quedado maltrecha en el incidente y el vaivén en el interior del carruaje era salvaje. Finalmente, tras 2 o 3 minutos de accidentada persecución aconteció lo irremediable. Dos caballos relucientemente negros como el petróleo cercaron su paso y a punta de pistola hicieron detener al cochero.
Ambos asaltantes llevaban el rostro ocultado con un pañuelo rojo. Señal inequívoca de pertenencia a la banda de Brackston. De malas formas, el jinete de tez más morena y pelo largo la tomo contra el pasaje, haciéndoles bajar del vehículo a empellones. El otro, algo encorvado, y de pelo entre greñudo y ralo, vigilaba a los atracados de frente. Se veía que eran tipejos acostumbrados y especializados en la labor
- Vacíense los bolsillos ¡rápido! y pongan las manos hacia delante, que las podamos ver.
Pol vivía la escena de forma tranquila, portaba un pequeño revolver escondido en la pantorrilla pero a priori tampoco era demasiado partidario de utilizarlo. Muchas cosas podían salir mal en los juegos con armas de fuego y por nada del mundo pretendía poner en riesgo a lo que más quería en esta vida. A fin de cuentas, el dinero es sólo eso, va y viene.
Los colocaron en fila. Al revisar a los cuatro rehenes, fueron arrebatándoles todo aquello de valor, siguiendo un orden exquisito. El pelazos era el encargado del saqueo y el greñudo el de vigilarles a punta de pistola. Primero cacheó al cochero, con la escasa presea de una pitillera y una petaca plateada. Con el Sr. O’Brienn el botín fue mucho mayor. A la consabida petaca de scotch le acompañaron un reloj de bolsillo de oro, un decente sombrero de copa y una billetera con más dinero suelto del que correspondería a una visita de cortesía con la familia política. Cuando llegaron a Cloé, la avaricia de los bandoleros ante tanta joya de relumbrón se enardeció. Sin embargo, el anillo no estaba -Chica lista- se enorgulleció Pol. Mas el soez, moreno y embozado bandolero pareció encabronarse al percatarse de la ausencia de la pieza en cuestión. Y tras arrancarle rabiosamente el resto de las joyas a la muchacha fue a intercambiar unas palabras con su compañero. Ambos gesticularon y bracearon con la indignada violencia de dos gorilas hambrientos. A cada segundo parecían más cabreados. Y su ira apuntaba cínica y directamente contra Cloé.
El greñudo tomo las riendas y el pelazos reculó y se plantó en la retaguardia. Casi en estampida se aproximó, agarró a la muchacha por el moño y la desplazó hacia delante con la fuerza desmedida de un elefante. Cloé rodó y cayó al suelo incapaz de reaccionar, unas impotentes lágrimas hicieron patente su tremendo dolor.
-¿Dónde está el anillo? ¿Dóndeeee?- Bramó el greñudo con la otra mano bien sujeta a la pistola y un airado aspaviento hacia su presa. Esa fue la última frase de su diabólica vida. En menos de 15 segundos, ambos forajidos, se hallaron en el suelo, deshauciados, con la garganta supurando sangre y una bala alojada en el centro mismo de su envilecido corazón.
El humeante cañón de Pol Pol nunca había actuado con tal severidad y falta de compasión. Presuroso, el niño topo esprintó a comprobar el estado de su amada lavandera. Estaba magullada, pero bien, ambos se abrazaron, y se sintieron reconfortados con el mero contacto mutuo. La atención de inmediato voló hacia la pancita de la embarazada, cabía la duda de que el feto hubiese sufrido algún tipo de daño, mas Cloé, clarividente como pocas, enseguida supo que no.
- Estamos bien, Pol. Perfectamente, sólo un poco arañados y asustados. Pero en poco se nos pasará ¿A que sí?- y poso su mano derecha en torno a su ilusionante cintura.
El cochero, un hombre bueno y metomentodo, apellidado Riley, que no había tenido hijos y cuya mujer lo mangoneaba cuanto quería y más, fue a inspeccionar los cadáveres de ambos asaltantes. El moreno era Remintong, una alimaña de poca monta, por el que la abultada recompensa aunque fuera muerto bien valdría el susto y el viaje de vuelta. Con la ayuda del sr. O’Brienn aupó y ató el cadáver al techo del carruaje. Inmediatamente después, se acercó al segundo, el greñudo, a ver si le sonreía la misma suerte monetaria. Al destapar el pañuelo del greñudo, un gran grito emergido desde su aterrorizada garganta espantó a los carroñeros pájaros de los alrededores y escampó en vía preferente hacia la mismísima boca del infierno…
Benson es el primero, el más taimado y astuto en percatarse de que algo huele a podrido por aquel barranco de mil demonios. Ya falta poco para alcanzar el éxito, Bexnorvil está a la vuelta de la esquina, a apenas 20 millas noroeste. Y es justo a partir de ahí cuando se han de extremar las precauciones y pecar de cautelosos. Ya que al igual que les ocurre a los salmones del ártico cargados de proteicas huevas es justo rayando las puertas de la meta cuando han de tener más cuidado con los sustitutos arrabaleros de los voraces y expectantes osos de garras afiladas y morro hambrientamente salivado. Como ya se conoce, y sabe que no siempre está en lo cierto, disimula. No sin posar ambas manos en el cinto, al quite, y escrutar minuciosamente el paisaje. Sí, desde luego, la bochornosa calma que le circunda, la ausencia de fauna visible, es algo a tener muy en cuenta y que le enerva los nervios sobremanera.
FIN
Ando tó liao cn el máster y demás mierdas así k me las pirooo a hacer cosas de provecho....
Bueno, como de toas formas, casi de seguro k escribiré antes de fin de año, habiéndome kitao de encima este peso muerto ponxoso k me he kitao pa una buena temporá, paso de felicitaros las navidades. Todo y animandoos a que vayáis entrenando el engullimiento exagerao pa' las fiestasssss, yo al fin he encontridoooo polvoronesss de canelaaaa asi k aniré fenttttt... venga, k espero k os haiga gustao musho mushísisimooooo la nueva entrega del sinvergüenza de poca higiene corporal (k keréis es un hombre de su época, el animalico) k paséis un otoño-invierno felicicissiimooooo. Un abracico gente guapaaaa
18 de octubre de 2013
Vuelta al cole
Me he puesto a hacer un máster, otro, y me da palo volverme a poner a estudiar, pero me encanta la idea y la opción que me abre (que ahora sí que sí creo que es la que quiero coger pa’ los restos)… y tengo unas rutinas ya puestas, que como antaño me conmueven… el mundo gira y yo vuelvo a girar. También pretendo alejarme de esta etapa previa (aunque tós hayan sio conmigo musho mejores de lo que me merezco) y coger otro rumbo, es lo que me apetece y lo voy a hacer… a ver si me voy pa’ madrizz de nuevo y tó… ay este año y en cuanto termine este año, que bien, que bien… que buen rollo me da tó. Os dejo una perlica k tenía a medias, con muy mala pinta y pensaba k no iba a sacar ná bueno pero hoy mismo me he puesto y dándole un buen meneo ha kedao fetén, oigaa.
OTRA
Miento, una y otra vez, como un enfermo, como un chalado
Miento por bien, por olvidar, por no recordar ¿Cuánto ha pasado?
¿Tanto? Tu linda faz he transfigurado, tu dulce voz he distorsionado
No hay remordimiento… era lo que había que hacer
Fuiste demasiado buena, demasiado clara, una mujer
Como debe ser… no hay culpas, sólo mi temeraria insensatez
He tenido que reinventarme: cambiar de peinado, vestirme diferente
Atiplar mi tono, ponerme gafas de ver, variar de gustos y gente
Esculpir mi torso a base de sudor, sudor y más sudor… con tal el cerne
Sigue contrariando a su naturaleza y a poco que se talla se astilla
Mas ya no cuento tu historia, ya no me obstino con la arcilla
Buscando tornear el busto exacto de tu juvenil cuerpo, ya no te rememoro, vida
Ya no recurro a nuestras fotos de hogueras tan a menudo, ya no cotilleo tu facebook
Ni controlo obsesivamente por el whatssup tu última e inexcusada hora de desconexión
Sólo me la paso mintiendo, voceando que estoy de lujo, de bombón en bombón
De pibón en pibón, y si se me cuestiona acerca de ti "¿Qué fue de aquella mujercita cañón?"
Me abstengo de confesar que, obviamente, me cañoneó directa, cruenta y certera, al corazón
Y con el gesto engravecido repito una y otra vez "marchó al extranjero. Quedamos bien
Quedamos como amigos, aún hablamos, era lo mejor para ambos" y sonrío y hago ver
Que todo me va a pedir de boca, que no me puedo quejar. Aunque se me caiga el alma a los pies
En cuanto me hallo a solas… falto de cualquier asomo de ingenio que le diese luz a mi oscuridad
Las chiquillas que hoy me dejan sobetearlas me llenan, me intrigan tan poquito en comparación
Voy camino a la rendición, a la conformidad… antes ni después de ti encontraré a alguien de verdad
Lo he intentado de verás y ya me hastía; tiene su parte buena, quedas insensibilizado en el amor
En la ilusión, en el dolor, en la desazón... he quedado en la mitad mas aquí el sol calienta igual
Las tortugas tortuguean, los camiones bocinean… y mi yo más liviano apenas destaca, es uno más
En la cola de comer, de mear, de defecar, de follar, de sobrevivir y respirar; nada me apura aquí atrás
En el extremo ancho, balanceándome sobre el eslabón débil, me gusta la vida incluso cuando va mal
Debo de ser subnormal, mas así es; y mi felicidad ya no se acoda en aquellos faroles verdes de malaquita
En aquella cinturita de avispa, en aquel sexo sodomita, en aquellas pequitas tan ricas
En aquel futuro tan de película, en el que todo lo que viniera después sería dicha y sonrisas
Las que vengan vendrán, más simpáticas o menos, más guapas o menos, espero que divertidas
Y yo como de costumbre: formal, atractivo, de buena madera, de fiar, apañado, chisposo y elocuente
Y vago, desastrado, despistado… y tantas otras cosas del consciente y el subconsciente
Que me hacen vivir en paz y recordar con ternura y calidez a una tal I…
FIN
Espero que haigais pasao un veranico sensacional, y vengáis con las pilas recargadísimas como yo pa hacer lo qué os salga de ahí, ya sea continuismo o nuevos retos… yo creo que este ha sido un año genial y lo que está por venir va a ser gracias a lo que ya he cimentado y cimentaré el año que viene. El mes que viene volverá el ponchoso fijo, que ya le queda menos que un carnero cojo entre una jauría de lobos. Un abracete fuerte y poner todo el esfuerzo en lo que realmente queréis hacer, que eso es lo fundamental, ah y no os dejéis tampoco influenciar por los agoreros sólo son frustrados y envidiosos a los que sólo merece la pena compadecer. Aiiossss aiossss decirle al otoño de mi parte que no cambie, que me encantaaaa así, en templado y cobrizo
OTRA
Miento, una y otra vez, como un enfermo, como un chalado
Miento por bien, por olvidar, por no recordar ¿Cuánto ha pasado?
¿Tanto? Tu linda faz he transfigurado, tu dulce voz he distorsionado
No hay remordimiento… era lo que había que hacer
Fuiste demasiado buena, demasiado clara, una mujer
Como debe ser… no hay culpas, sólo mi temeraria insensatez
He tenido que reinventarme: cambiar de peinado, vestirme diferente
Atiplar mi tono, ponerme gafas de ver, variar de gustos y gente
Esculpir mi torso a base de sudor, sudor y más sudor… con tal el cerne
Sigue contrariando a su naturaleza y a poco que se talla se astilla
Mas ya no cuento tu historia, ya no me obstino con la arcilla
Buscando tornear el busto exacto de tu juvenil cuerpo, ya no te rememoro, vida
Ya no recurro a nuestras fotos de hogueras tan a menudo, ya no cotilleo tu facebook
Ni controlo obsesivamente por el whatssup tu última e inexcusada hora de desconexión
Sólo me la paso mintiendo, voceando que estoy de lujo, de bombón en bombón
De pibón en pibón, y si se me cuestiona acerca de ti "¿Qué fue de aquella mujercita cañón?"
Me abstengo de confesar que, obviamente, me cañoneó directa, cruenta y certera, al corazón
Y con el gesto engravecido repito una y otra vez "marchó al extranjero. Quedamos bien
Quedamos como amigos, aún hablamos, era lo mejor para ambos" y sonrío y hago ver
Que todo me va a pedir de boca, que no me puedo quejar. Aunque se me caiga el alma a los pies
En cuanto me hallo a solas… falto de cualquier asomo de ingenio que le diese luz a mi oscuridad
Las chiquillas que hoy me dejan sobetearlas me llenan, me intrigan tan poquito en comparación
Voy camino a la rendición, a la conformidad… antes ni después de ti encontraré a alguien de verdad
Lo he intentado de verás y ya me hastía; tiene su parte buena, quedas insensibilizado en el amor
En la ilusión, en el dolor, en la desazón... he quedado en la mitad mas aquí el sol calienta igual
Las tortugas tortuguean, los camiones bocinean… y mi yo más liviano apenas destaca, es uno más
En la cola de comer, de mear, de defecar, de follar, de sobrevivir y respirar; nada me apura aquí atrás
En el extremo ancho, balanceándome sobre el eslabón débil, me gusta la vida incluso cuando va mal
Debo de ser subnormal, mas así es; y mi felicidad ya no se acoda en aquellos faroles verdes de malaquita
En aquella cinturita de avispa, en aquel sexo sodomita, en aquellas pequitas tan ricas
En aquel futuro tan de película, en el que todo lo que viniera después sería dicha y sonrisas
Las que vengan vendrán, más simpáticas o menos, más guapas o menos, espero que divertidas
Y yo como de costumbre: formal, atractivo, de buena madera, de fiar, apañado, chisposo y elocuente
Y vago, desastrado, despistado… y tantas otras cosas del consciente y el subconsciente
Que me hacen vivir en paz y recordar con ternura y calidez a una tal I…
FIN
Espero que haigais pasao un veranico sensacional, y vengáis con las pilas recargadísimas como yo pa hacer lo qué os salga de ahí, ya sea continuismo o nuevos retos… yo creo que este ha sido un año genial y lo que está por venir va a ser gracias a lo que ya he cimentado y cimentaré el año que viene. El mes que viene volverá el ponchoso fijo, que ya le queda menos que un carnero cojo entre una jauría de lobos. Un abracete fuerte y poner todo el esfuerzo en lo que realmente queréis hacer, que eso es lo fundamental, ah y no os dejéis tampoco influenciar por los agoreros sólo son frustrados y envidiosos a los que sólo merece la pena compadecer. Aiiossss aiossss decirle al otoño de mi parte que no cambie, que me encantaaaa así, en templado y cobrizo
23 de junio de 2013
De veranicos y azucarillos
Bueno, ya es veranico… a ver si el calorcito después de la primavera más fría que recuerdo en mi vida y alrededores me anima un pokiñoooo. Yo ya me he puesto morenico al menos aunk sea sólo por el aspecto ya tengo medio trabajo hexooo ;P... Bueee, os dejo una perleta y ya pa la próxima prometo otra entrega del piojoso ponxoso de toa la via de Diossss.
OTRA
Y me desmigo, me deshago como un azucarillo
Uno sólo se sabe roto cuando permite irse
A la niña de sus ojos: su tesorito, su caprichito
Trocado en tormento; y los truenos a miles
Retumban, a punto de reventar este mundito
Insignificante y con él mi cuerpecito de alfeñique
O serán imaginaciones mías, cierro las persianas
La grisácea luz de la tormenta me aflige y acobarda
Ojalá el cielo se caiga y desplome sobre esta miserable casa
Y que el sol se zampe sus ruinas como si nada
Como un gordo a una nuez ya martilleada y descascarillada
No quiero ver ni oír una mierda; quiero revolcarme en mi dolor
Construir un intimísimo vínculo con el más traumático horror
Probarme a mí mismo que apenas sirvo pa' darle brillo y color
A mi distorsionadísima retransmisión; la deje marcharse
Lo hice, ella se hubiera quedado si hubiese luchado, y yo cobarde
Vago, presuntuoso, vanidoso… lo hice, le deje largarse
Y era mi luna perlada, despampanante entre un cielo acharolado
Y era la única que se preocupaba realmente por mí y mis fracasos
Y me consolaba con sus bracitos enclenques y sus ojos azulados
Indestructibles, infatigables… y no la sujeté con fuerza del brazo
Le deje que sacara sus propias conclusiones, me creí poca cosa
Poco hombre, mal candidato, para tan hermosa moza
Una vida de estrecheces no era veredicto justo para sus manos
Delicadas, de bailarina de porcelana: en pose y salto
En extensión, sonrisa y filigrana; ha pasado casi un año
Y me sé sentenciado, descosido, falto de alma y esperanza
Cuento hasta 100, hasta 200… narro historietas vanas
Superficiales como ondas de estanque sin patos ni peces
Mi canto rodado es romo, vulgar, no bota más de dos veces
Y se hunde indefectiblemente: siempre, siempre, siempre
FIN
Ando un poco taciturno últimamente, así que no me toméis a mal la parquedad que me gasto… pasad un veranito cojonudo, yo intentaré no ser un cenizo y pasarla en grande aunk el k es imbécil de natural tiene difícil cura así a corto plazo. Náaaa, peñica bonica y robusta como un roble centenario un abrazooo fuerteeee… a seguir biennnn y absteniéndoos de tirar cabras desde lo alto de los campanarios… k las cabras tienen mu mal volar y un peor aterrizarrrr… y muxo derexooo a cabritear por el monte en paz… Venga, animalicos varios ta más verrrrrr guapesssss
PD: Cancionazas que no pueo dejar de escuchar últimamente: Passenger-let her go y Pink-try
OTRA
Y me desmigo, me deshago como un azucarillo
Uno sólo se sabe roto cuando permite irse
A la niña de sus ojos: su tesorito, su caprichito
Trocado en tormento; y los truenos a miles
Retumban, a punto de reventar este mundito
Insignificante y con él mi cuerpecito de alfeñique
O serán imaginaciones mías, cierro las persianas
La grisácea luz de la tormenta me aflige y acobarda
Ojalá el cielo se caiga y desplome sobre esta miserable casa
Y que el sol se zampe sus ruinas como si nada
Como un gordo a una nuez ya martilleada y descascarillada
No quiero ver ni oír una mierda; quiero revolcarme en mi dolor
Construir un intimísimo vínculo con el más traumático horror
Probarme a mí mismo que apenas sirvo pa' darle brillo y color
A mi distorsionadísima retransmisión; la deje marcharse
Lo hice, ella se hubiera quedado si hubiese luchado, y yo cobarde
Vago, presuntuoso, vanidoso… lo hice, le deje largarse
Y era mi luna perlada, despampanante entre un cielo acharolado
Y era la única que se preocupaba realmente por mí y mis fracasos
Y me consolaba con sus bracitos enclenques y sus ojos azulados
Indestructibles, infatigables… y no la sujeté con fuerza del brazo
Le deje que sacara sus propias conclusiones, me creí poca cosa
Poco hombre, mal candidato, para tan hermosa moza
Una vida de estrecheces no era veredicto justo para sus manos
Delicadas, de bailarina de porcelana: en pose y salto
En extensión, sonrisa y filigrana; ha pasado casi un año
Y me sé sentenciado, descosido, falto de alma y esperanza
Cuento hasta 100, hasta 200… narro historietas vanas
Superficiales como ondas de estanque sin patos ni peces
Mi canto rodado es romo, vulgar, no bota más de dos veces
Y se hunde indefectiblemente: siempre, siempre, siempre
FIN
Ando un poco taciturno últimamente, así que no me toméis a mal la parquedad que me gasto… pasad un veranito cojonudo, yo intentaré no ser un cenizo y pasarla en grande aunk el k es imbécil de natural tiene difícil cura así a corto plazo. Náaaa, peñica bonica y robusta como un roble centenario un abrazooo fuerteeee… a seguir biennnn y absteniéndoos de tirar cabras desde lo alto de los campanarios… k las cabras tienen mu mal volar y un peor aterrizarrrr… y muxo derexooo a cabritear por el monte en paz… Venga, animalicos varios ta más verrrrrr guapesssss
PD: Cancionazas que no pueo dejar de escuchar últimamente: Passenger-let her go y Pink-try
28 de abril de 2013
Alé a positivar se ha dicho
Tó beneee x Alicante city. No sé, a veces hay que cruzar los dedos y positivar en que tó va ir bien. A veces la suerte nos ayuda y otras muchas nos es esquiva, pero cuando nos sopla a favor hay que armar las velas y aprovechar su empuje como si no hubiese nada más. Aparte hay que esforzarse en ir a mejor, en diversificarte a ti mismo, en abrirte a la gente, en conocer más, en aprender aún más... en pulirte y ser más tolerante e indulgente cn los demás e, incluso, contigo mismo y tu propia situación. Y es duro pero hay que ir pa' delante con la bici cuesta abajo y las piernas bien abiertas...bueee, dsps de este mensaje de autoayuda patrocinado por misidasdeolla.SL(y menos más que es una sociedad limitada que si no...) os dejo una perleta y alé como se suele decir por Valencia a seguir a la marxeta.
OTRA
Cada inundación, cada corrimiento de tierras me decanta más y más
Hacia ti; cada pisada, cada pedaleo, cada pataleo me precipita a estampar
Mis morros contra los tuyos, y eso que yo voy a trompicones, a bandazos de calamidad
Tajao como un cosaco tras un exitoso saqueo, sin casi ver, sin ser capaz de mirar más allá
De ti -sí, de ti- siempre se trata de ti; de tus finos labios carmesí, de tu aparecer, de tu desfilar
Retrechero en torno a mí, de tus palabritas susurrantes, de tus disculpas y las mías haciéndose humo
Calcinándose en los aires de lo absurdo, de tu cuerpito cimbreante dislocándome el rumbo
Hemos pasado juntos las de Caín y, sin embargo otra vez, tú y yo, aquí, en el mismo punto
En el mismo suburbio, percutiendo, persistiendo, porfiando vez tras vez en nosotros, en lo inseguro
¿En serio, qué diablos te gusta de mí? ¿Qué me has visto? ¿Te has fijado bien? Soy medio idiota
Tiempo ya te he dado para que me deseches; tiempo me has dado para que me busque a otra
Y sin embargo, de nuevo la luna y el oscuro firmamento discutido por sus estrellas, de nuevo a solas
De nuevo beodos, de nuevo con el corazón en un puño, de nuevo cerca de la vida y lejos de la prosa
De nuevo sin excusas, sin trampa ni cartón, de nuevo desdiciéndonos, de nuevo a la contra
De demasiadas cosas, de nuevo a merced de nuestros corazones, de nuestras miradas bobaliconas
De nuevo tú preciosa y yo incorregible, de nuevo encarnizada la batalla entre nuestras bocas
Entre nuestras lenguas salivosas; y qué explicar, a estas alturas será que no tenemos cura
Que estamos de manicomio; y entre el desquicie y la chaladura la fugaz felicidad es tan pura
Que crea adicción, que crea desequilibrios sobre una cuerda floja que ha de superarse a oscuras
Y de vuelta me cabalgas, y te descoses sobre mis muslos, y yo me deshago bajo tus curvas
Y ay cuando te acurrucas a mi abrigo, reestableciendo la quietud y la fragilidad absoluta
Y si ahora nos moviésemos, reventaríamos contra el piso en mil quinientos pedazos
Así que no te menees ni un ápice, que fuera hace mucho frío y está diluviando
Y aquí, fugazmente juntos, la cálida eternidad otra vez nos ha adoptado
FIN
Me ha costado un cojón y medio escoger una perleta... todas me parecían o demasiado buenas o demasiado personales, soy un avaro del copón, k le vamos a hacer... cada uno es cómo es, de vez en cuanto intentamos cambiar pero las peores manías y defestos suelen reemerger sin permiso alguno, a lo capullín incorregible.
Bueee, ya viene mayo, ya soy más mayor (viejo y pellejo)... todo marcha y avanza habremos de caminar pa' delante (porque pa atrás es más probable tropezarse y no se saca ná de provecho)... muxa suerte en los nuevos retos que emprendáis y en aquellos que andéis enfangados a día de hoy... gracias x dedicarme un ratejo de vuestra ajetreada vida, no es fácil, hay muxa oferta de ocio y distracción a nuestra disposición hoy en día... yo por mi parte, trabajaré para que todo me vaya a mejor, sí debo esforzarme en ello y aparcar el vaguerismo de mi rutina (y voy a dar mi muy mejor, como dicen los anglos en su idioma awaxinao)... Un abrazoooo fuerte, seguir comiéndome bien y ordenadámente gente maja de todos laossssss
OTRA
Cada inundación, cada corrimiento de tierras me decanta más y más
Hacia ti; cada pisada, cada pedaleo, cada pataleo me precipita a estampar
Mis morros contra los tuyos, y eso que yo voy a trompicones, a bandazos de calamidad
Tajao como un cosaco tras un exitoso saqueo, sin casi ver, sin ser capaz de mirar más allá
De ti -sí, de ti- siempre se trata de ti; de tus finos labios carmesí, de tu aparecer, de tu desfilar
Retrechero en torno a mí, de tus palabritas susurrantes, de tus disculpas y las mías haciéndose humo
Calcinándose en los aires de lo absurdo, de tu cuerpito cimbreante dislocándome el rumbo
Hemos pasado juntos las de Caín y, sin embargo otra vez, tú y yo, aquí, en el mismo punto
En el mismo suburbio, percutiendo, persistiendo, porfiando vez tras vez en nosotros, en lo inseguro
¿En serio, qué diablos te gusta de mí? ¿Qué me has visto? ¿Te has fijado bien? Soy medio idiota
Tiempo ya te he dado para que me deseches; tiempo me has dado para que me busque a otra
Y sin embargo, de nuevo la luna y el oscuro firmamento discutido por sus estrellas, de nuevo a solas
De nuevo beodos, de nuevo con el corazón en un puño, de nuevo cerca de la vida y lejos de la prosa
De nuevo sin excusas, sin trampa ni cartón, de nuevo desdiciéndonos, de nuevo a la contra
De demasiadas cosas, de nuevo a merced de nuestros corazones, de nuestras miradas bobaliconas
De nuevo tú preciosa y yo incorregible, de nuevo encarnizada la batalla entre nuestras bocas
Entre nuestras lenguas salivosas; y qué explicar, a estas alturas será que no tenemos cura
Que estamos de manicomio; y entre el desquicie y la chaladura la fugaz felicidad es tan pura
Que crea adicción, que crea desequilibrios sobre una cuerda floja que ha de superarse a oscuras
Y de vuelta me cabalgas, y te descoses sobre mis muslos, y yo me deshago bajo tus curvas
Y ay cuando te acurrucas a mi abrigo, reestableciendo la quietud y la fragilidad absoluta
Y si ahora nos moviésemos, reventaríamos contra el piso en mil quinientos pedazos
Así que no te menees ni un ápice, que fuera hace mucho frío y está diluviando
Y aquí, fugazmente juntos, la cálida eternidad otra vez nos ha adoptado
FIN
Me ha costado un cojón y medio escoger una perleta... todas me parecían o demasiado buenas o demasiado personales, soy un avaro del copón, k le vamos a hacer... cada uno es cómo es, de vez en cuanto intentamos cambiar pero las peores manías y defestos suelen reemerger sin permiso alguno, a lo capullín incorregible.
Bueee, ya viene mayo, ya soy más mayor (viejo y pellejo)... todo marcha y avanza habremos de caminar pa' delante (porque pa atrás es más probable tropezarse y no se saca ná de provecho)... muxa suerte en los nuevos retos que emprendáis y en aquellos que andéis enfangados a día de hoy... gracias x dedicarme un ratejo de vuestra ajetreada vida, no es fácil, hay muxa oferta de ocio y distracción a nuestra disposición hoy en día... yo por mi parte, trabajaré para que todo me vaya a mejor, sí debo esforzarme en ello y aparcar el vaguerismo de mi rutina (y voy a dar mi muy mejor, como dicen los anglos en su idioma awaxinao)... Un abrazoooo fuerte, seguir comiéndome bien y ordenadámente gente maja de todos laossssss
24 de marzo de 2013
El hombre del poncho X y la primavera...
Ha venido la primavera, Alicante aún se está adaptando... eso se nota, todo parece que vaya a mejorar sin argumento concreto que sostenga tal apreciación/deseo. No sé, si no al menos mis lunes al sol empezarán a ser más cálidos.
Notición, notición!!! el hombre del poncho llega a su decima entrega ¡incredibolll! pensaba escribir un capítulo to gore, oscuro y dramático pero con la primavera y mi vagancia no casaba en absoluto. Así que sin más dilación el ponchoso sin mangas renegado vuerto y revuertooo decenarioooo
EL HOMBRE DEL PONCHO X: El fénix engarzado
Pol Pol, con su poncho ceniciento medio subido y su mandíbula conformando una mueca casi canina, realiza a sus esbirros las señas de rigor. Las cartas ya se han repartido ¡abran juego, señores! El rubio y el moreno parten juntos, con su consabida indolencia intacta. Se dirigen hacia una de las crestas de la ladera oeste. Más tarde se bifurcaran, cubriendo pues el extremo nororiental y suroriental del meollo de la cuestión.
Notición, notición!!! el hombre del poncho llega a su decima entrega ¡incredibolll! pensaba escribir un capítulo to gore, oscuro y dramático pero con la primavera y mi vagancia no casaba en absoluto. Así que sin más dilación el ponchoso sin mangas renegado vuerto y revuertooo decenarioooo
EL HOMBRE DEL PONCHO X: El fénix engarzado
Pol Pol, con su poncho ceniciento medio subido y su mandíbula conformando una mueca casi canina, realiza a sus esbirros las señas de rigor. Las cartas ya se han repartido ¡abran juego, señores! El rubio y el moreno parten juntos, con su consabida indolencia intacta. Se dirigen hacia una de las crestas de la ladera oeste. Más tarde se bifurcaran, cubriendo pues el extremo nororiental y suroriental del meollo de la cuestión.
Desde su atalaya privilegiada Ron, el auténtico cerebro
logístico de la operación, observa el movimiento sincronizado de sus
humanizadas fichas de ajedrez. “Todo marcha” La explanada por la que transitan las
diligencias es tan vulnerable en ese punto en específico, que resulta hasta
raro que jamás nadie haya perpetrado un asalto similar “Siempre tiene que haber
una primera vez” medita Ron no exento de recelo y preocupación “Aunque las
primeras veces hay que ser lo más cauteloso y concienzudo que se pueda, ya que
no se conoce a ciencia cierta por dónde
se pueden torcer las cosas” añade precavido al tiempo que se desencaja su
sombrero oscuro de media ala y atiende con concentración el desarrollo de los
acontecimientos. Luce un sol de justicia. Unas insurrectas gotas de sudor se despeñan rítmicamente desde la barbilla del bandido mirón. “Cuánto más previsible y aburrido
resulte el asalto, mejor que mejor” masculla entre dientes el agobiado y achicharrado cowboy dando por concluida su reflexión.
Cloé presintió que Pol
estaba al caer. Fuese o no fuese una herencia metafísica proveniente de la abuela
a la cual le debía el nombre lo cierto era que en cuanto el niño topo y ella
unieron sus labios por primera vez, una especie de mota corajuda, tierna y
vital atravesó su piel yendo a alojarse de forma definitiva al interior de su enamorado
corazón. Con tal que cada vez que se lo preguntaba con sinceridad sabía el
sentimiento que predominaba en el ánimo de su prometido, y por tanto si estaba
bien o se hallaba algún tipo de apuro. Tras unos días previos de excitación y
cansancio, aquella mañana, nada más despertar la ilusión le había desbordado. Una
sonrisa pura, plena la acompañó durante sus labores e iluminó por completo la
fea mañana de aquel extraño verano.
Él llegó un cuarto de
hora después del mediodía. Sucio como un mandril. Y con el ritmo sosegado del
que lleva un largo viaje (travesía/odisea*) a las espaldas. Media milla antes del patio descabalgó y le
arreó una certera palmada a aquella imponente grupa alazana. El obediente caballo
relinchó, aliviado, y prosiguió instintivamente hacia el abrevadero del establo.
La sombra barbuda y
acechadora del más valeroso y temible de los piratas del caribe serían las
palabras con las cuales Cloé hubiera descrito a Pol en su empeño por recorrer y
revisar los escasos campos de aquella finca camino a la casa principal. A Cloé
su entrada le pilló tendiendo la ropa, tal cual el día en que se conocieron.
Debía ser el sino de la pareja. Nada más avistarlo, se quedó petrificada,
sobrecogida. Pese a estar sobre aviso se sintió tan sobrepasada. Rápidamente,
apoyó sus temblorosas manos sobre la boca, llorando, gimoteando a moco tendido.
Eran tantas las ganas, era tan vertiginoso el acelerón de sus latidos, era tal
la felicidad. Y en cuanto estuvo a unos cien metros o así, corrió hacia él como un puma
hambriento ante un carnero moribundo. Y se abalanzó a sus brazos, y lo tiro
contra el polvoriento suelo, y casi lo aplasta, y casi lo ahoga a besos. Y olía
a jabalí, pero ay cuanto había añorado aquel olor a mala bestia.
Y Pol se dejó querer.
Claro. Y reía. Y su dentadura blanca como glaciar contrastaba con su piel
bronceada y su fosca perilla. Y estuvieron rebozándose a conciencia por aquella
maleza agreste un buen rato. Y más tarde, exhaustos, se resolvieron de costado,
enfrentados, escrutándose, contemplándose, reconociéndose, redescubriéndose de
vuelta.
-Ay señora Pol si
usted supiese la de veces que he soñado con este día.
-Lo lamento señorito
Pol. Pero de esa tal señora Pol que usted menciona no tengo noticia alguna ni
conocimiento pertinaz. Así pues, le recuerdo que tiene ante sus privilegiados
ojos a la muy respetada señorita O’Brienn.
-No reniegue, señora
Pol- insistió Pol burlesco- usted ya no se me escapa- aseveró pellizcando por
los costados y el terso trasero a su futura esposa.
-Ay señorito Pol, ve
mi dedo anular. Desnudo, impoluto. Pues ya sabe.
-Eso se puede remediar.
Mi queridísima señora- amenazó llevándose la mano al bolsillo interior del
chalequito.
Y tras un ligero
forcejeo. Allí estaba, brillante como el ave fénix en pleno vuelo de
resurrección, un rubí de 2 quilates, de un oscuro rojo escarlata, engarzado a
una sencilla alianza de oro. Cloé lo veía y no se lo creía. Ahí, frente a sus
mismísimas narices, un carísimo y precioso anillo de matrimonio agarrado en
tenaza por los sucios dedos de Pol, su Pol, su niño ya hombre. Los ojos
esmeralda de Cloé chisporroteaban, rebosantes de emoción. De tal manera, que
aún es esa precisamente la imagen a la que más acude el cerebro de Pol cuando la recuerda.
-¿Puedo?- alcanzó a
murmurar desde su interior la niña a la que su madre le leía picnic tras picnic
cuentos de príncipes y princesas.
Alegres lagrimillas recorrían
el bello rostro de Cloé. La humedad de sus ojos potenciaba aquel intenso verde
de ilusión que su sentir proyectaba. Pol al ver como aquel anillo se deslizaba
en el anular de su amada se sintió, de repente, el tipo más dichoso del mundo
civilizado. Se ajustaba a su dedo que ni hecho a medida. Se agarraron de la mano, ilusionados. El contacto de ambos con aquel nuevo
elemento extraño era tan halagüeño que apenas lograban dejar de sonreír.
Se besaron y amaron un
poco más. No había prisas. El tiempo era de nuevo algo de ellos, común, un bien
compartido.
-Entonces ¿qué tal si
procediésemos a entrar a cubierto, señora Pol?
-Como no. Mi casa es
su casa, señor Pol.
De un buen brinco se
alzó Cloe para a renglón seguido ayudar a Pol a levantarse ¡Que aroma más rico
destilaba aquella vieja casa! Olía a estofado recién hecho. El nuevo Pol más
hombre, más adinerado y más robusto cayó en la cuenta de que el hambre era ya lo único que realmente le acuciaba.
Pol y Quenting serán los jinetes. Los bandoleros a caballo
encargados de la parte peliaguda del asunto. El único flanco transitable será
cubierto por la pareja de neófitas sabandijas, desdeñosamente presentadas como Sean y Ben. Serán María y Ron, rifle en mano, los encargados llegado el caso de impedir cualquier tipo huida ya fuera
en avance o retirada.
-Me harías los honores- le pide Pol a Quenting. De manera
casi eucarística, ambos malhechores desenfundan sus pistolas y las esgrimen en
alto.
-Por los aullidos del coyote. Mejor matar que qué te maten ¡cojones!-
vocifera Quenting con los labios abocinados hacia el cielo. Aúllan un par de
veces y agarrando las riendas con una sola mano, chocan los cañones de sus
pistolas a modo de brindis y se sonríen sin reservas. A fin de cuentas, ésta
bien podría ser la última vez que se sonriesen.
CONTINUARÁ
Deberíais darme una estrellita o un caramelito que he llegao a la decena, hombre!! y en tercera personaaaaaa, toma geromaaaa!! No tenía confianza en que pudiera ocurrir pero lo conseguí, yipijuuuuú. Bueee, empezaré a nadar de nuevo en la playicaaa. Tngo k estudiar mil pa las opos y de paso reabrirme al mundo que me he pasao de haragánnn un rato largo. Un abrazo peña y a disfrutar del solecico, los insectos voladores y la florestaaaaa cashondona x polinizar.
PD: Seguid luxando chic@s aunk sea difícil y os den con la puerta en la narices 100 veces más de las que la ONU considera tortura animal. Yo, al menos, lo intentaré ;)
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