No sé si está bien o está mal. No conozco por dentro la organización ni sé en qué puede devenir (me he leido el manifiesto y tiene mu buena pinta, pero cualquier org. social es mejor conocer a los dirigentes un poco para no llevarse decepciones/equivocos). Pero me alegro mil de lo que esta pasando en España. Ver a mi generación, la más preparada (coño, merecemos la pena, apuesten por nosotros, miren a los deportistas, ya han demostrado que somos una generación de la ostia), y tan maltratadaa alzarse es un ¡joder!, un alivio, un como mínimo ¡ya era hora!. Estabamos no sé, como adocenados y tenía que reventar por algún lao. Mi concepto era bastante más radical. Y se agradece también que la gente que está moviendo esto sea más pacifica y aseñada (con sentido común) que yo. Mañana, me pasaré por la plaza de la montañeta a ver cómo lo tienen montado.
Yo esto lo escribí hace 1 año y dos meses (un tanto frustrao, con carreras y demás y sin atisbar futuro alguno):
Qué ha pasado con los gobernantes que estudié cuando era niño, esos, que solucionaban crisis, reconciliaban pueblos, se ponían duros cuando tocaba, apelando al sentido común y finalmente hechizaban al populacho con su firme y recto liderazgo. A su lado estos son titiriteros, funambulistas que ni siquiera aman el espectáculo, sino que lo único que quieren es seguir bandeando, una y otra, y otra y otra vez, con la indecente intención de recoger sus ganancias y basta. Politicastros de hoy en día que marean la marrana apelando a manidos valores etéreos, universales que a nadie ayudan, que a nadie sacan del atolladero de final de mes. Qué más da, de momento, nadie tiene huevos de plantárseles y quejarse como Dios manda, saliendo a la calle a grito pelado, a la gresca, dispuestos a quemar conteiners, a calentar aceras, a irritar, a desalojar a los señores políticos de sus lustrosos despachos y atemorizarlos con bajarlos del burro, de sus poltronas, de ese halo institucional, que ellos mismos han tergiversado en impunidad, pero que en realidad no es nada, nada, una mierda, una patraña ficticia que al igual que ahora le permitimos, le podemos, todos juntos, quitar. Y si llegamos a ese extremo, que se agarren a los machos, que se olviden de sus casas de campo, de sus hijos llamando al chófer para que le recoja club, de sus inútiles reuniones de palabrería, dietas desmesuradas y altos vuelos, porque lo más probable es que acaben empalados como una salchicha Frankfurt en el medio de la Puerta de Alcalá. Ustedes sigan sin hacer nada a derechas, sigan sin bajarse los sueldos, sigan sin reducir gastos suntuarios, sigan bajándose los pantalones ante el capital, ante los petrodólares y los avariciosos magnates del s.XXI, sigan, sigan por su cuenta y riesgo, pero sepan, que si no tratan de destensar la cuerda, la cuerda tarde o temprano se va a romper, y ¡Ay amigos míos! si la cuerda se rompe, ya no será una cuerda será una soga en busca de sangre. Una soga en manos de una marabunta furiosa clamando justicia, pero no una justicia de las vuestras, convenientemente capada y retrasada, sino una justicia más a la antigua usanza, más instintiva, más despiadada, más inmediata. Tranquilos también pues, vosotros, sindicatos aburguesados, paralizados a cuenta de subvenciones, cursos y cuotas sindicales, que vosotros también padeceréis las consecuencias, porque no hay mayor ensañamiento que contra el traidor que vive, hedonista, indiferente, en la propia casa de uno.
Creo que queda claro mis toques anarcos y mi alabanza irresponsable, joven y peligrosa a la violencia. Pero bueno así han sido la mayoría de revoluciones propiamente dichas del pasado. Yo lo que quiero de los políticos son tres cosas, a partir de esas tres cosas seguro que todo irá mejor:
que sean honestos (y eso implica ser austero)
que sean competentes (y eso no da manga ancha a ser corruptos e indecentes. E implica responsabilidad cuando no lo son, es decir que esta no se dilutya en una estratosfera institucional tan alambicada como la actual)
que quieran a su país (y eso implica desear el bienestar y el progreso de sus gentes).
Bueno, hasta aquí la única vez que se me ha salido la vena de politólogo. No sé si al final nos arrepentiremos o qué pero moverse, patalear, al menos, era obligado y me enorgullece.
Alé un saludico
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